miércoles, 11 de noviembre de 2009

Democracia participativa revolucionaria

Es el llamado Primer Plan Socialista-Proyecto Nacional Simón Bolívar destaca entre las principales directrices estratégicas la “democracia protagónica revolucionaria”. Metodológicamente se enuncia para cada una de las siete directrices estratégicas un enfoque, objetivos, estrategias y políticas. Llama la atención que uno de los objetivos sea: “Alcanzar irrevocablemente la democracia protagónica revolucionaria, en la cual la mayoría soberana personifique el proceso sustantivo de toma de decisiones”.

¿Acaso este proceso se reduce al plano electoral? La alta dirección estratégica de la revolución se encuentra frente al impasse de su propio discurso. Hay que debatir cómo el “momento del líder” luce des-balanceado frente al “momento del protagonismo popular”.

Una revolución democrática y socialista se fundamenta en el protagonismo “desde abajo”, con autonomía intelectual y moral, como diría Gramsci, para el creciente auto-gobierno. Algo muy distinto del imaginario jacobino-blanquista que genera inevitablemente una disyunción irreparable entre revolución democrática y construcción del socialismo. La “elite revolucionaria” termina siendo una “oligarquía política”, un nuevo cogollo.

La llegada de Stalin se anunciaba en los propios enfoques y métodos leninistas, en su errada premisa de que la “democracia revolucionaria” tenía nada o poco que ver con la profundización de las libertades de multitudes antes oprimidas, generando no una democracia post-liberal sino una democracia anti-liberal.

Una cosa es superar el liberalismo político, otra cosa es destruir la posibilidad de profundizar la libertad social del pueblo, su auto-gobierno y protagonismo en la toma de decisiones. La democracia socialista es una crítica radical a las inconsecuencias del liberalismo democrático, a su compromiso de fondo no con una “sociedad libertaria de igualdad, justicia sustantiva y bien común”, sino con una sociedad capitalista de explotación, coerción, hegemonía ideológica, negación cultural y exclusión social. Pero una democracia socialista es una democracia protagónica libertaria, no una democracia plebiscitaria bajo el mando de un cesarismo progresivo.
Una revolución democrática procura un grado superior de libertad (democracia social, de género, de etnias, de diversos movimientos sociales contra la opresión), no su liquidación en nombre de la tecno-burocracia del partido-Estado. El Estatismo Autoritario y la política personalista fueron el ABC del estalinismo.

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